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ENRIQUE VARGAS
 

“Ahora a mis 83 años, me siento como un salmón remontando el río, buscando el punto de origen. Mi principio está en el Enrique que se inventaba juegos en una finquita entre los cafetales del Quindío, juegos para sorprender a mis primos que venían desde Manizales. El Enrique que se ensimismaba escuchando los cuentos de Teresa al lado del fogón. Más tarde, vino el Enrique que quería hacer un teatro jugado o un teatro como si fuera un juego, y poco a poco vino surgiendo el Enrique que se pregunta hasta dónde somos la historia que nos estamos contando, o mejor aún, cómo llegar a construir la historia que necesitamos y, sobre todo, el Enrique que se pregunta: ¿cómo escuchar? ¿dónde está la memoria del cuerpo?
Y aquí sigo, remontando el río y jugando a hacer preguntas en mis laberintos.”

 
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Esta es mi historia.

Y es la de un niño que jugaba a contar historias o crear laberintos y cuentos en los cafetales del Quindío colombiano, para que los otros niños del pueblo, vecinos vinieran a verlo los domingos, para no dejarse descrestar por los niños que traían carritos de pilas.

Así fue que durante un buen tiempo, durante dos o tres años, se pasaban la primera parte del año, haciendo laberintos en los cafetales, un cafeto es como una casita, abre su pared de hojas y ya estás en el cafeto vecino, y en el otro, y así sucesivamente, este juego me lo había inventado para escapar de mi hermano Daniel, porque era la única forma de llegar a las partes prohibidas, cerca del río.  Más tarde en la escuela de teatro en Bogotá seguía creando mis laberintos entre los pinos que rodean el colegio.

 Los compañeros del teatro me decían: "póngase serio Enrique esto no es teatro", pero yo quería jugar para saber de dónde veníamos.

Y así finalmente fabricamos el hilo de Ariadna con la pregunta de ¿dónde venimos?

Me gustó tanto que decidimos hacer otro laberinto, no para jugar de donde veníamos, si no para donde íbamos.

Ya mayorcitos construimos oráculos, para jugar a las preguntas como patas de oráculos, los viajes de la obra se hacían sobre las cartas del tarot de Marsella.

Hicimos la memoria del vino y en la misma obra pisábamos la uva y la fermentábamos.

En el teatro todo es posible.

Con cada pregunta que nos asaltaba sin poder resolverla, creábamos un juego para resolverlo, y así fue como nació el eco de la sombra, una obra para hacernos amigos de aquello que nos diera más vergüenza, y descubrimos que el laberinto que llevábamos por dentro nos puede llevar a sitios menos pensados. 

 

No somos ni más ni menos que la historia con la que hemos nacido.

Nuestras obras de teatro de los sentidos, se pueden ver a través de la historia de las preguntas que hemos intentado responder, o que otras veces hemos rechazado. Todo coincide en una misma sensación, y además la parte más interesante de cualquier libreto nuestro, no está en lo que se dice, sino en lo que oculta. 

Solo jugando se puede enfrentar. Como enfrentar la muerte con la risa. 

“Enrique Vargas, Antropólogo y Director de la compañía Teatro de los Sentidos a sus 83 años, continúa con su propósito vital en este mundo, que es el de crear, inventar, jugar y hacer experiencias y laberintos. Su ímpetu no cesa y pone su fuerza y energía creadora en mantener su vitalidad, a través de su investigación permanente, como una manera de mantenerse coherente con lo que siempre le ha sostenido: la creatividad como poder transformador.”

¿Quién es Enrique Vargas?


Enrique Vargas, reconocido antropólogo, director y dramaturgo colombiano, nacido en la ciudad de Manizales en el año 1940, se inicia en el mundo del teatro a la edad de seis años inventando juegos en el paisaje andino colombiano en el que se crio y uniéndose a los circos, cabarets y titiriteros ambulantes que pasaban por su ciudad natal. A los quince años entra a la Escuela de Arte Dramático de Bogotá y más tarde, en el año 1960, estudia Antropología Teatral en la Universidad de Michigan, Estados Unidos. En ese país hace sus primeras presentaciones en el Teatro La Mama de Nueva York y en Harlem, uno de los barrios con mayor población latina en Manhattan, con representaciones callejeras de obras muy dérmicas y de mucha cercanía con la gente, algunas a favor de la independencia de Puerto Rico. En esta ciudad también trabaja con Peter Schumann del Bread and Puppet Theatre. 


Nuevamente en Colombia, en el año 1966, dirige el Teatro de la CUT — Central Unitaria de los Trabajadores—; posteriormente, en 1973, dirige el Teatro de los barrios orientales que nació en el barrio La Perseverancia de Bogotá y que estaba ubicado contra la avenida Los Cerros, y se extendía hasta el barrio Juan XXIII. 
En 1975, en el patio cinco de la Cárcel Modelo de Bogotá, donde se encontraban recluidos los presos políticos, crea el sindicato de guardianes, Asoganalpe, y con los presos funda el grupo de teatro de la cárcel. Esto lo convierte en uno de los escasos y primeros directores de teatro político en el país que utiliza actores naturales para sus obras. 


En el año 1977 viaja a Leticia, capital de la Amazonía colombiana, a observar a los niños indígenas y dedica quince años de investigación a los juegos, los rituales y los mitos de la Amazonía y la Orinoquía colombianas. A partir de ahí dirige y crea las obras: Las aventuras de Faustino Rimales, Sancocho de cola, 4 golpes, El Romance del Conde Olinos y su sombra, La manta, La Feria del Tiempovivo, para no confundir la puerta con la salida ni la muerte con la morida, entre otras; e inaugura la Cátedra de Dramaturgia Sensorial de la Universidad Nacional de Colombia, a la que había sido invitado por el poeta colombiano Fernando Garavito. Esta Cátedra que se ofrecía en el sótano del Auditorio León de Greiff fue el inicio del taller experimental de sensaciones: teatro de olores, sabores, sombras y sonidos.  


Y es en la década de los noventa cuando surge en Colombia un grupo de teatro universitario creado por el antropólogo Enrique Vargas, y le da vuelo al trabajo que venía adelantando con los estudiantes de la Universidad Nacional en un taller de teatro que tuvo inicialmente varios nombres:  Taller de teatro de títeres: Retablo Tiempo Vivo, Taller experimental de sensaciones, Taller de investigación de la imagen dramática; y que es actualmente conocido como Compañía Teatro de los sentidos. Con la creación de esta compañía de teatro, también aparece un nuevo lenguaje teatral conocido internacionalmente como lenguaje sensorial de la Compañía Teatro de los sentidos, cuyos elementos definen el trabajo creativo de la misma y están basados en conceptos concebidos por el colectivo que conforma la compañía desde hace más de 30 años. 


Esta nueva corriente de creación escénica colombiana, impulsada por el antropólogo y director de teatro Enrique Vargas junto a su grupo de artistas, estableció un nuevo lenguaje de gran trascendencia, no solo para la historia del teatro colombiano, sino para el arte contemporáneo del mundo y en la actualidad está formado por un núcleo estable de artistas-investigadores de múltiples disciplinas y nacionalidades con sede en  Barcelona, cuyos miembros trabajan de forma colaborativa bajo la dirección artística del antropólogo Enrique Vargas, desde hace más de veinte años.  


La compañía es una enorme influencia para el teatro contemporáneo internacional con un trabajo creativo que relaciona los elementos poéticos del lenguaje sensorial y de la poética del juego en la creación teatral.

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